Bajo sus pies.

Mi vida.


Le imaginé, le soñé, le sentí gozando de su piel en mi y cuando al fin apareció en mi vida ya solo pude arrástrame bajo sus pies, plena y feliz...Siempre en mi.


En sus ausencias me descubro a mi misma buscando su reflejo en los espejos de mi habitación. Intento sentirle a cada instante, en cada acción cotidiana de mi vida.


Acaricio mi cuerpo buscando el recuerdo de sus manos en mí, esas dulces caricias de su perversión en mi piel. Siento y veo las cicatrices en mi piel y sin quererlo instintivamente brota en mi cara esa sonrisa tontorrona y vergonzosa que tanto le gusta.


En esos momentos y ante esos recuerdos vuelvo a sentirle en mi, vuelvo a ser yo y dejo de ser ese zombi que deambula por la casa buscándole.


Usted es mi deseo, mi estabilidad, mi tranquilidad, es mi todo. El único capaz de hacerme sentir es estado puro.


Por eso le doy las gracias, por aparecer en mi vida, por aceptarme como soy, por instalarse cómodamente en mi vida, por dejar que le cuide y mime, y por hacerme plenamente feliz...Suya y bajo sus pies Mi Señor.

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